sábado, 17 de septiembre de 2011

Intervención de Perrone en el Congreso de Lyon del PCI en 1926-1926-0121

Intervención de Perrone en el Congreso de Lyon del PCI en 1926
(…) Hablemos ahora del Comité de Acuerdo.
El 5° Congreso de la Internacional terminó con la aceptación de la fórmula conocida de la participación de la Izquierda en todo el trabajo de base, sin nuestra participación en la Central del Partido. Es difícil citar aquí un solo ejemplo en el que sobre el trabajo de base no hayamos respetado las directivas de la Central ya sea por el trabajo de dirección de las federaciones, ya sea por las actividades de empleados del partido. A pesar de todo, nuestros centristas no conciben inmediatamente un plan de orientación de la discusión ideológica si no es que la de una curiosa cuestión que tenía como objetivo obtener con pocos esfuerzos, los resultados esperados.
De hecho, enseguida del 5º Congreso, los congresos federales (del PCI), en lugar de destacar la fórmula decidida en el 5º Congreso consistente en estabilizar la actividad política, destacaron la cuestión moral de rehusarse a ser propuesto –durante una situación difícil- para participar en el trabajo de la Central, y sobre esta base no era difícil arrancar a los camaradas los votos para la entrada de Bordiga en la Central. En lugar de examinar el desacuerdo de fondo, para convencer a los camaradas que las ideas de Bordiga debían rechazarse, se llamaba su atención sobre el hecho de que todos tienen los mismos deberes y que esa es la razón por la cual Bordiga debería volver a entrar en la central.
Queremos responder de manera indignada al sistema nocivo que ha sido instaurado en nuestro partido: los desacuerdos sobre la manera de conducir la lucha revolucionaria han sido pasados al segundo plano para destacar el deber del comunista Bordiga. A propósito de este deber, me permitirá afirmar que ningún centrista estaría a la altura de sostener que ni el diferendo ideológico ni la cobardía personal es lo que ha impulsado a Bordiga a permanecer fuera de la central.
Obtener votos para la entrada de Bordiga a la Central –debido a su ascendente personal- ha sido adquirido con la táctica, entonces de moda, del máximo de cumplidos hacia él, ésta ha sido interrumpida después del congreso federal de Nápoles por otra táctica de la misma naturaleza. Luego de un artículo de Humbert-Droz que llegó de improviso y de una clara hostilidad contra Bordiga y la Izquierda en ocasión de la no participación de Bordiga en el Ejecutivo ampliado (de la IC), se ha montado contra él, la más obscena campaña que tuvo como resultado obscurecer aún más la difícil elaboración teórica del partido, en tanto que algunos elementos, impresionados por la presupuesta falta de Bordiga. se decidían a condenar las orientaciones de la Izquierda. Un comunista debería haber razonado así: "Bordiga se equivoca, discutamos sus ideas".
Sobre la cuestión de la presupuesta falta de Bordiga, quisiera recordar que su declaración especial no ha sido publicada con el pretexto especioso de que contenía frases ofensivas. Digo pretexto especioso porque nuestros centristas han tenido la falta de corrección de hacer públicas únicamente las frases de su comunicado que se sustraían a su poder normal, es decir del partido. Luego de la carta contra Bordiga con el tema del (su ausencia del Ejecutivo) Ampliado, hubo la "defenestración" de dos Comités federales importantes regularmente elegidos por sus congresos provinciales respectivos: Nápoles y Milán. En cuanto al primero se ha dicho que hacía falta tratar el hecho de que Bordiga no podía mantenerse en la dirección de una federación modesta. En cuanto al segundo, se ha tomado como pretexto la manifestación realizada en ocasión de la conferencia de Bordiga en el castillo Sforzesco. Sin entrar en detalles sobre esta cuestión, afirmó que únicamente un nuevo congreso provincial habría podido ratificar las medidas del ejecutivo; por el contrario ya no se ha hablado más de congreso y la dirección federal ha sido asumida por un comisario extraordinario del Ejecutivo (se trata de la Central del Partido) que ha mantenido la dirección (de la federación) hasta nuestro congreso nacional.
Así, llegamos finalmente al Comité de Acuerdo. Un grupo de camaradas luego de haber tenido conocimiento de las declaraciones del Ampliado (de la IC) y de la Central italiana para el congreso, ha constituido un comité que se ha puesto en relación con el ejecutivo haciendo propuestas para regularizar las discusiones. Se han dado grandes clamores sobre las circunstancias de la carta que llegó al Ejecutivo; luego de su transmisión, se produjo la muy famosa circular que la estudió hasta las comas para encontrar un grave atentado fraccionista. El ejecutivo solamente esperaba esta buena ocasión para desarrollar su plan con miras a modificar las relaciones de fuerza respectivas y ulteriores en el interior del partido. ¡El Comité de Acuerdo es una fracción! Se ha movilizado a todo el partido contra la fracción, la escisión, la Internacional de Nápoles; se ha formulado la teoría de las "coincidencias objetivas" para demostrar que la Izquierda italiana está en la misma línea que la de los maximalistas, la de Levi, Frossard, que esta izquierda está contra el partido y que favorece la penetración de agentes provocadores.
Como corolario de esta táctica general y de disposiciones preventivas: ninguna posibilidad, para defenderse en Unitá, se ha dejado a los acusados; se han enviado circulares a las secretarías interregionales que tienen el deber de convocar, sin demora, a los comités federales, de imponer su orden del día y de "defenestrar" a todos lo que no juren por la santa cruz contra la ofensiva de la Izquierda. La orden del ejecutivo de la Internacional de que se someta a la izquierda vino después de un mes de esta campaña. Ha complacido vivamente a nuestros centristas que habían tomado todas las medidas para que el partido juzgara mal nuestras pruebas de disciplina dadas ante las disposiciones de la Internacional. Una silenciosa resignación de los camaradas de la izquierda se ha manifestado ante esta obscura campaña sin valor, tal como era nula la declaración de disolución del Comité de Acuerdo: se ha publicado nuestro documento de la peor manera y espectacularmente para impresionar a los camaradas, se decía inmediatamente que, de hecho, la fracción existía desde siempre y que esa era la razón por la cual la vigilancia no era nunca excesiva con relación a las actividades de la Izquierda.
¿Camaradas qué queda de este famoso Comité de Acuerdo? ¿Era el comité de una fracción? Entendámonos igualmente sobre el significado de una fracción. Puede parecer que el Comité representaba un reagrupamiento, coyuntural, de camaradas que querían ya sea tomar el poder, ya sea plantear sus diferendos tácticos y programáticos para rebasar la disciplina del partido. Descartemos la primera hipótesis porque nadie la ha formulado y porque ésta encuentra su solución lógica en las medidas disciplinarias de los responsables. En la otra hipótesis, la fracción se concibe como una toma de posición en el partido y en el proletariado sobre puntos programáticos y tácticos precisos, en oposición con la dirección actual del partido. No se puede hablar de un movimiento secreto, clandestino, sino de una clara y abierta toma de posición para dar cuenta no solamente a los dirigentes, sino también a todo el partido y al proletariado.
Ahora ¿sobre qué ha tomado posición el Comité de Acuerdo? Sobre nada. Esperaba que la Central aceptara algunas propuestas para disciplinar y volver más útil la discusión. Según el sistema propio a la burocracia, nuestro ejecutivo ha pasado al último punto, la cuestión de las propuestas del Comité, no fueron aceptadas y se ha cargado toda la visión fraccionista y escisionista sobre las espaldas de los camaradas de la Izquierda, con el fin de movilizar al partido contra ella. El partido ha dado bastantes pasos adelante para prejuzgar a algunos camaradas. Pero, los resultados, desde el punto de vista revolucionario, son completamente negativos: la discusión languidece con un debate contradictorio entre pocos camaradas en Unitá. Se ha vuelto el interminable monólogo de los dirigentes centristas que tienen dificultades para hacer participar a los trabajadores comunistas.
Pero nuestros centristas tienen todavía temor a los escritos de la Izquierda cuya mayor parte, aparte de las presentaciones teatrales que hace Unitá, eran precedidas de introducciones y seguidos de comentarios que falseaban el sentido y a veces alarmaban a los camaradas sobre su contenido. Del mismo modo se puede juzgar sobre los votos, porque se ha actuado y tomado disposiciones para atribuir a la Central el voto de los ausentes. Se sabe que estos últimos representaban fuertes porcentajes en numerosas localidades que no pueden ser considerados, en principio, como los mejores camaradas; consideramos que el partido ha triplicado sus efectivos durante el segundo semestre de 1924, según los resultados de la muy eficiente evaluación que nos acaban de presentar. Para concluir sobre el sistema que he denunciado y que ha permitido modificar la opinión del partido que en otra consulta, en mayo de 1924, daba la gran mayoría a la izquierda mediante los votos de los comités federales y sin una vasta discusión anterior. Para nosotros, las opiniones que buscamos expresar son solamente el resultado de una larga experiencia revolucionaria del proletariado italiano, experiencia gracias a la cual resistimos a todas las campañas escandalosas y maniobreras de nuestros dirigentes.
Antes de terminar, quiero tratar sobre la cuestión personal del camarada Bordiga. Con las tesis presentadas al partido en mayo de 1924, los camaradas actuales del Centro han creado su corriente centrista, ellos escribían hace poco esto: "Bordiga es el jefe dela revolución italiana". Actualmente han cambiado de opinión; nosotros mantenemos esta opinión pero no por consideraciones personales. Muchos camaradas centristas gustan de reducir el problema de la izquierda al camarada Bordiga. Es cierto que Bordiga es entre nosotros –debido a su inteligencia particular- el camarada que formula mejor las concepciones de la Izquierda pero él la conducirá con la única condición de que ésta última aproveche las opiniones que él ha expresado tantas veces mediante su espíritu y su voluntad y también su espíritu de sacrificio. Si mañana, él cambiara de opinión, el problema de la Izquierda sería más difícil para el proletariado italiano y la elaboración de sus experiencias revolucionarias. Y, si Bordiga desapareciera, el proletariado cumpliría esta batalla por sí mismo. Es solamente así que se puede considerar el aporte de Bordiga a nuestra corriente: todas las otras formulaciones resultan más de la necesidad de obtener éxitos ante los camaradas en medio de alabanzas exageradas que he recordado y esto para llegar a los ataques groseros e injustos de estos últimos tiempos que expresan el hecho de que Bordiga no ha cambiado de opinión.
Se ha hablado mucho de fracciones. Bordiga les ha planteado el problema desde el punto de vista teórico e incluso práctico; solamente quiero decir que si los centristas se proponen ofrecer al proletariado italiano la táctica experimentada en Alemania en 1923 en que los comunistas tuvieron que asumir todas las consecuencias de su táctica general y han terminado en un gobierno burgués, nosotros, los de la Izquierda, no es una sino cientos de fracciones las que constituiremos y estamos seguros que la gran mayoría del partido estará con nosotros.

Fracción interna de la CCI - Boletín 19

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