domingo, 18 de septiembre de 2011

La vida de las Fracciones de la Izquierda comunista internacional-octubre 1938-0200

Octobre, no 2, febrero 1938

La vida de las Fracciones
de la Izquierda comunista internacional

En esta rúbrica, el lector encontrará regularmente informaciones sobre la vida y la evolución de las fracciones afiliadas al Buró Internacional. Esta vez hemos creído conveniente dar una idea general de la génesis y las posiciones de las fracciones italiana y belga.
La Redacción

La Fracción italiana
Se constituyó oficialmente en la conferencia de Pantin, en 1928, cuando la Internacional comunista, tras la expulsión de numerosos comunistas internacionalistas en todos los países, adoptó las decisiones del VIo congreso, que decretaban incompatibles la pertenencia al Komintern y la defensa de las posiciones revolucionarias.
Pero en realidad la Fracción italiana se fue constituyendo a lo largo de la guerra civil que en Italia revestía formas muy ásperas y una lucha muy fuerte contra el centrismo.
Hacia el final de la guerra de 1914-18 apareció en el seno del Partido socialista italiano, dirigido por los oportunistas del famoso "ni favorcer ni sabotear la guerra" (aquellos que fueron a Zimmerwald), la corriente de los abstencionistas, con Bordiga y la federación de Nápoles, que publicaba Il Soviet, en cabeza. Bajo la cobertura del abstencionismo parlamentario, aparecía la primera fracción marxista que se solidarizaba con la revolución Rusa, no solo de palabra, sino con la elaboración de las posiciones comunistas que debían conducirle a ser el primer partidario de la separación de los traidores, y la figura principal de la fundación del Partido comunista italiano. Es sabido que Lenin, en La enfermedad infantil del comunismo, hizo un flaco servicio a los marxistas de Italia, juzgándolos sobre la base de una información fragmentaria e incompleta, exclusivamente sobre su posición de abstencionismo parlamentario y dando crédito a los oportunistas de L’Ordine nuovo de Turin. El abstencionismo, que era un aspecto diferenciador entre los comunistas y los socialistas atados al Estado capitalista, no era entonces una posición de principios, sino más bien una posición analoga a la defendida por los bolcheviques durante el boicot de la Duma poco después del asalto revolucionario de los obreros rusos en 1906. Por otra parte, fue la izquierda de Bordiga la que en otras situaciones -como en 1934, cuando el alzamiento fascista- preconizó la participación electoral.
En enero de 1921, la Fracción abstencionista, que acababa de separarse del Partido socialista dirigido por Serrati, fundaba en Livorno el Partido comunista. La situación italiana estaba sentenciada en parte por la traición socialista, que había liquidado el gigantesco movimiento de ocupación de fábricas, y el desencadenamiento del ataque sangriento del fascismo conjugado con la represión del Estado capitalista. Socialistas y maximatistas desarmaban a los obreros italianos mientras que el fascismo y las fuerzas estatales pasaban a la eliminación física y a la destrucción de los organismos obreros.
Un año después, el Partido comunista, que agrupaba las mejores energías del proletariado italiano, adoptaba en su IIo congreso las Tesis de Roma, condensando de una manera sintética los principios que daban a los obreros italianos su primer partido de clase. La naturaleza organica del partido, sus relaciones con la clase, con las demás organizaciones, su táctica en la fase de guerras y revoluciones, estaban consignadas en estas tesis que el centrismo hizo el simulacro de aceptar en 1923 en Italia, para rechazarlas impunemente en cuanto pudo con la ayuda de la Intemacional comunista. Señalemos que estas tesis, que no hacían sino continuar el camino histórico seguido por Lenin entre 1903 y 1917, toparon con la oposición de la Intemacional que, sin embargo, enta época de Lenin, jamás las rechazó abiertamente. Si bien es cierto que en AIemania se obligaba a los espartaquistas a seguir el camino opuesto, obligándolos a la fusión con los socialistas independientes.
En el 3er y el 4o Congresos del Comintern, el Partido italiano, dirigido por la izquierda, se opuso a las directrices que iban a conducir a la derrota alemana de 1923 y que no obstante habían recibido, en particular, el apoyo de Lenin y de Trotski. A petición expresa de Lenin, Bordiga y la Izquierda no dimitieron de la dirección del Partido, porque a pesar de ser mayoría en estos congresos, para los marxistas era imposible resolver los problemas de la revolución en un país mientras se hallaban en minoría internacionalmente.
Tras la derrota de 1923, la Izquierda rechazó en el 5o Congreso el arreglo de Zinoviev, que le proponía permanecer en la dirección del Partido a cambio de un apoyo a la campaña dirigida contra Trotski en Rusia. Sobre muchos problemas la izquierda estaba en desacuerdo con Trotski, pero él representaba por lo menos una reacción internacionalista contra el centrismo y ello bastaba para irnponer una solidaridad absoluta. Pue entonces cuando la izquierda dimitió de todos los puestos de responsabilidad a pesar de seguir manteniendo la mayoría en el Partido, y entabló una lucha ideológica que mediante la formacion de una Corriente, daría lugar al nacimiento de la Fracción de izquierda. En 1926, la corriente marxista, que junto a Bordiga se había opuesto en Italia a las aventuras del centrismo (la retirada sobre el Aventino en 1924, por ejemplo), y que desde el punto de vista ioternacional luchaba contra "el socialismo en un solo país", "la bolchevización", el Comité Anglo-Ruso, elaboraba un documento programático que fue presentado en un Congreso del Partido comunista italiano. Este documento se conoce por el nombre de Plataforma de la Izquierda.
Las Tesis de Roma (rechazadas por los centristas) y la Plataforma, sirvieron de documentos de base para la formación de la Fracción italiana en Pantin. Esta editó una publicación en Italiano, Prometeo, que sigue apareciendo actualmente.
Cuando en 1930 se constituyó la Oposición internacional de izquierda, dirigida por Trotski, exiliado en Turquía, la fracción italiana participó en ella reivindicándose de sus documentos de base. Trotsky saludó la Plataforma de 1926 como uno de los mejores documentos de la oposición, lo que no le impidió desencadenar una lucha de maniobras y de intrigas para amoldar la Fracción a su política.
A partir de 1932, la crisis profunda de la Oposición ioternacional de izquierda agudizó las divergencias entre la Fracción y Trotsky, quien utilizaba métodos burocráticos para formar grupos, dividirlos: disolviendo, desplazando a la dirección internacional y atacando a la Fracción, que se negaba a participar en este juego que impedía la constitución de organismos comunistas en distintos países. La oposición entre la fidelidad a los "4 primeros Congresos de la IC", credo del Trotskismo, y el análisis marxsta de los acontecimientos de la post-guerra, que veía el triunfo internacional del centrismo, encontró su expresión tanto en la oposición entre la política de "enderezamiento de los partidos" y la de constitución de las fracciones activas en el Partido, y único canal de la ideología marxista, como también en la oposición entre "las consignas democráticas" que iban a hacer de Trotsky el "campeón" de la guerra imperialista de España y de China y las posiciones de clase que hacían del proletariado y de las posiciones proletarias las únicas consignas correspondientes a la situación de post-guerra.
A finales de 1932, en vísperas de la subida de Hitler al poder, se produciría la separación sobre la base de una propuesta de exclusión de la fracción hecha por Trotsky (Gurov), que paralelamente vislumbraba una posibilidad de victoria en Alemania, incluso con Thälhmann.
En 1935, el Congreso de la Fracción italiana, que se celebró después de la traición abierta del centrismo (que siguió a la muerte definitiva de la Internacional comunista y la entrada de Rusia en la Sociedad de Naciones), la transformaba de Fracción del PC italiano en Fracción del Partido que las erupciones revolucionarias habrían de fundar. Esta transformación tenía lugar en el momento en que el imperialismo italiano desencadenaba la guerra en Abisinia y el Congreso se concentraba en torno a los problemas de la transformación de la Fracción en Partido que eran planteados imperiosamente por la traición del centrismo y la apertura de la fase de guerras imperialistas. Se afirmaba una corriente que quería sustituir el proceso real de las luchas de clase, fecundador de las condiciones para formar el Partido, por un voluntarismo generador de oportunismo y de revisión del programa comunista. Los dirigentes fundamentales de esta corriente debían formar la minoría que, en el transcurso de los acontecimientos de España, iba a defender la guerra imperialista y pasar al otro lado de la barricada.
A finales de 1932 la Fracción italiana formaba una comunidad de trabajo con la Liga de los comunistas internacionalistas de Bélgica sobre la base de una confluencia en la crítica de las posiciones de la Oposición Internacional (trostskista); crítica que contenía las cuestiones centrales del movimiento obrero, las del Estado y del Partido.
Los sucesos de España iban a determinar una crisis en el seno de la Fracción y en sus relaciones con la Liga belga, en cuyo seno aparecía una corriente marxista confluyente con la que predominaba en la fracción. La exclusión de la minoría, que huía de la discusión, precedería a la ruptura con la Liga -donde se verificará una escisión- (ver la .Resolución de la C.E., Bilan no 42). Paraletamente a su colaboración con la Liga belga, la Fracción editaba una revista teórica, en noviembre de 1933, con el fin de dar comienzo a un trabajo de clarificación internacional que debja impulsar a los grupos de vanguardia que habían roto con Trotski a seguir el camino de la formación de fracciones de izquierda. En esta época, todas sus tentativas para constituir un Buró internacional tropezaron con la pasividad y la confusión de los grupos existentes y sólo la Liga parecía estar dispuesta a afrontar una discusion internacional seria.
Con la guerra de España, todas las divergencias con la Liga y los otros grupos se manifestaron por una ruptura que indicaba la caída de estos grupos de .comunistas de izquierda" en el fango de las ideologías capitalistas. Se abría una nueva fase, la de la formación de Fracciones de izquierda contra todos los grupos existentes, sobre la base de las nociones programáticas proclamadas por la Fracción en común con la minoría de la Liga belga, sobre el Estado y el Partido. Este esfuerzo recibió su consagración con la formación del Buró de las Fracciones de izquierda y la transformación de Bilan en Octobre.
Actualmente la Fracción italiana edita Prometeo e Il seme, revista de discusión en italiano, y que debe servir de instrumento de preparación teórica para el Congreso de la Fracción. En una próxima crónica expondremos las divergencias que existen actualmente en la Fracción, problemas que se discuten y se expresan en Prometeo y en Il Seme.
La Fracción belga
La conferencia nacional de la Liga de los comunistas internacionalistas de Bélgica decidía, el 21 de febrero de 1937, declarar incompatible la pertenencia a su organización de los miembros que se solidarizaban con la resolución publicada por Jéhan en su Boletín. Se trataba de la oposición entre los participacionistas en la guerra imperialista de y los internacionalistas que se reivindicaban de los posiciones de clase. Una minoría, representante del conjunto del grupo de Bruselas menos tres camaradas (uno de ellos Hennaut) abandonaba la Liga. El 15 de abril aparecía su primer Boletín mensual con los documentos de base referentes a la constitución de la Fracción belga de la Izquierda comunista internacional. No se trataba, como Hennaut quería hacer creer, de una emanación de la Fracción italiana, sino del resultado de todo un proceso a través del cual el proletariado belga llegaba, por primera vez, a poner las bases para la constitución de un verdadero partido de clase.
Es sabido que el Partido comunista belga fue creado por la Juventud socialista que, al llamamiento de la Revolución rusa, abandonó el POB. Su constitución no estuvo precedida de acontecimientos sociales en Bélgica, puesto que la burguesía logró, gracias al acuerdo de Lophem, contener con "reformas sociales" la oleada proletaria. Rápidamente el joven núcleo comunista fue sofocado en una fusión impuesta por la Internacional con el grupo de la lzquierda socialista de Jacquemotte. No obstante, en 1928, la mayoría del Partido se pasaba a la Oposición y tras la escisión de Amberes, ésta última tenía tras de sí todos los militantes de vanguardia del movimiento obrero belga. La Oposición navegá en la más plena oscuridad cara a la multitud de problemas que se planteaban en esta época a las izquierdas marxistas. La ausencia de grandes movimientos sociales, la impresión de estancamiento, tuvieron mucho que ver con el desalento en que se sumergió rápidamente. ¿Había que actuar como Partido o como Fracción del Partido?. Estos problemas se trataban en el seno de la Oposición sin poder encontrar una solución, cuando era evidente que, sólo un trabajo como Fracción del Partido (incluso si se estaba excluido de él) permitía abordar los problemas propios de la degeneración centrista y etaborar las posiciones que debían permitir, en el momento de la traición del centrismo, evolucionar hacia la constitución de nuevos partidos. Trotski, desde su exilio, plantea imperativamente los términos del problema ("enderezar los partidos" en lugar de Fracción de izquierda). Y sin esperar a una discusión internacional, sin comprender las dificultades inevitabtes de la Oposición belga, provocó una escisión sobre la cuestión del Este chino (ese ferrocarril que Stalin ha vendido finalmente a China) que disgregó definitivamente a la Oposición belga. Esta se escindió en dos pedazos, uno de los cuales (la Federación de Charleroi) creó el grupo trotskista oficial que terminaría en el POB, para salirse con elementos de izquierda y constituir el Partido socialista revolucionario; y del otro lado, iba a nacer la Liga de los comunistas internacionalistas de Bélgica, que se encerró sobre sí misma hasta 1932. En el momento en que el grupo trotskista degeneraba, expulsaba a los elementos internacionalistas y rompía con la Izquierda italiana, la Liga aparecía como único núcteo de clase superviviente. Aún oponiendo a la idea reaccionaria del "enderezamiento" la idea confusa de los "nuevos partidos", admitía sin embargo que no existían las condiciones históricas y la preparación ideológica para poder constituirlos. Por otra parte, sobre los problemas de "democracia y fascismo", la Liga, en su Declaración de principios, daba una respuesta satisfactoria (aunque después la revisará para apoyar a los republicanos españoles) y no quería contentarse con los "4 primeros Congresos de la IC".
Su colaboración con la Fracción italiana, al significar la ampliación de su base de trabajo, la venida de nuevos elementos que estaban a la expectativa o que provenían del grupo trotskista, determinó una atmósfera de discusión donde se afrontaron los problemas fundamentales del movimiento cornunista, tanto en el terreno internacional como en el terreno específicamente belga. A lo largo de estas discusiones en las que se trataba de la evolución de Rusia y la nueva situación internacional y belga, aparecieron divergencias que, poco a poco, cristalizaron en la oposición entre dos corrientes que, pese a ello, tenían todavía una base de trabajo común.
Sobre Rusia, el problema de la guerra (guerra de Abisinia), sobre la democracia (plebiscito del Sarre), sobre las elecciones, la Izquierda socialista y, por último, sobre el problema del Partido y el proceso de su formación en Bélgica, aparecieron divergencias que fueron recogidas en el Boletín de la Liga y en cuadernos específicos (recogidos parcialmente por Bilan).
Al término de esta evolución, los acontecimientos de España pusieron a ambas corrientes ante la necesidad de expresar políticamente sus divergencias y apareció una oposición de principios. Ante el problema del Estado y del Partido surgieron dos posiciones opuestas, una de las cuales conducía a la guerra imperialista y la otra a la revolución proletaria. La escisión era inevitabte y se realizá.
Ciertamente, en el proceso de evolución de la corriente que iba a formar la Fracción belga, la Fracción italiana intervino activamente, pero lo hizo más bien como acelerador de una tendencia de clase que tendía a afianzarse y como ayuda internacionalista del proletariado italiano al proletariado belga arrastrado al abismo de la guerra imperialista.
Aunque desde el punto de vista formal no existe sucesión histórica entre la Fracción belga y el primer núcleo comunista que formó el Partido, en realidad, desde el punto de vista de la evolución histórica del proletariado sí la hay, puesto que la Fracción actual no es más que el resultado del esfuerzo que el proletariado realiza en todos los países desde 1917: la creación de las bases del Partido de clase.
La Fracción belga, en el no 1 de Communisme (su órgano mensual), publicó una declaración de principios que es su documento base y el punto de partida para la elaboración de su plataforma. Esta declaración se inspira en los mismos principios que la Fracción italiana. En sus Boletines publicó una serie de resoluciones sobre los problemas centrales de la situación actual y en su seno la discusión prosigue sobre un conjunto de problemas de los cuales haremos un análisis en nuestro próximo número.

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